
El bienestar no es solo una necesidad para los animales de granja, sino que se compone de una serie de factores que garantizan la salud y, a largo plazo, la rentabilidad del producto final
La ganadería sufrió una transformación radical después de la Segunda Guerra Mundial. Como explica David Fraser en el informe ‘El bienestar animal y la intensificación de la producción animal’ publicado por la FAO, para suplir la creciente demanda, el sector comenzó a desarrollar un sistema de producción con un mayor grado de confinamiento para sustituir la mano de obra humana que, hasta entonces, se utilizaba en la ganadería tradicional. Paralelamente, además, la concentración de la producción en un número menor de explotaciones hizo que se crearan granjas cada vez más grandes, creando preocupación en la sociedad por el bienestar de los animales.
A raíz de este fenómeno, instituciones como la Unión Europea se pusieron manos a la obra en un esfuerzo por tratar de mejorar las condiciones de los animales, convirtiéndose en pionera en materia de legislación respecto al tema. Un esfuerzo que la ha convertido, hoy en día, en la más avanzada a nivel mundial sobre el bienestar.
“Los animales tienen unas necesidades básicas de alimento, protección climática y salud que tradicionalmente se han atendido en granja y han sido objeto de legislación”
En las granjas de la UE, por tanto, se controla desde las densidades por metro cuadrado, las emisiones y el impacto en el medioambiente; al manejo del tipo de material para construir y equipar la granja. Para un ganadero, el bienestar de los animales es siempre la mayor prioridad. Pero el esfuerzo que se ha hecho desde la Unión Europea ha hecho que, además, continúen siendo un mercado competitivo a nivel global frente a otros países con legislación más laxa en materia de bienestar, convirtiéndose en un ejemplo productivo responsable, respetuoso y de calidad.
¿QUÉ ES EL BIENESTAR ANIMAL?
Como explican desde la Universitat Politècnica de Valencia, las necesidades del animal por las que la Unión Europea y sus ganaderos mostraron preocupación han sido tradicionalmente definidas como aquellos recursos o actividades vitales, sanitarias y de comodidad que contribuyen a la calidad de vida. Entendiéndolo como tal, “los animales tienen unas necesidades básicas de alimento, protección climática y salud que, tradicionalmente, se han atendido en granja y han sido objeto de legislación”.
La percepción del Bienestar Animal, entendiéndolo como un concepto con unas bases establecidas, varía dependiendo de la persona o colectivo a la que se pregunte, a menudo con intereses diferentes. Un aspecto algo sensible, ya que las decisiones tomadas, como señalan desde la universidad valenciana, “tienen un impacto sobre los animales, ganaderos, consumidores e incluso la contaminación del medio ambiente, si consideramos este problema como sujeto activo”.
El bienestar de los animales, como consecuencia, se ha definido de varias maneras, pero, como explican desde 3tres3, engloba todas aquellas condiciones que se consideran importantes para garantizar la ausencia de sufrimiento de los animales de granja: “Cómo deben de ser las instalaciones, el ambiente, el manejo, la alimentación…”.
«El bienestar animal engloba todas aquellas condiciones que se consideran importantes para garantizar la ausencia de sufrimiento de los animales de granja, como las instalaciones, el ambiente, el manejo, la alimentación…”.
El Farm Animal Welfare Council recoge cinco libertades que, en su opinión, componen el bienestar animal: la libertad de hambre y sed mediante un acceso dispuesto al agua fresca y dieta para mantener la salud y el vigor completos; la libertad de malestar al proveer un ambiente adecuado que incluya refugio y un área de descanso cómoda; la libertad del dolor, heridas y enfermedad mediante la prevención, un diagnóstico rápido y tratamiento; la libertad de expresar un comportamiento normal al proveerle de espacio suficiente, instalaciones adecuadas y la compañía de animales de la misma especie; y, finalmente, la libertad de temor y angustia al asegurarse de que tengan las condiciones y el trato que les eviten sufrimiento mental.
El bienestar de los animales incluye, por tanto, una combinación de bienestar físico y mental. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura explica que esto toma forma en una dieta correctamente equilibrada y un suministro de agua en cantidades adecuadas, que evitarían el sufrimiento físico y psicológico provocado por el hambre y la sed. “Además – continúan –, una nutrición correcta resulta crucial para un rendimiento óptimo y también para mantener un estado físico óptimo (es decir, el bienestar)”.
Por todo lo anterior, la FAO argumenta que “es necesario integrar las disciplinas de la nutrición y el comportamiento animal para considerar más plenamente las implicaciones del comportamiento alimentario y la nutrición en el bienestar de los animales”. Y es responsabilidad de los ganaderos que todas se cumplan para garantizar un resultado que no solo beneficie al animal, sino al producto resultante para el consumidor.
LA NUTRICIÓN EN EL BIENESTAR ANIMAL
La nutrición supone un requisito fundamental a la hora de establecer estas condiciones que favorecen el bienestar en granjas. Como explican desde la FAO, “una nutrición inadecuada no sólo afecta a la productividad, sino también a la salud, el comportamiento y el bienestar del animal”. Porque la alimentación tiene muchas implicaciones que van más allá de una buena dieta y, a su alrededor, existen muchos factores que tienen un impacto sobre el animal.
Debido a la salud y las posibles enfermedades que pueden derivarse de una mala alimentación, como la salmonella, la seguridad y la calidad de la cadena alimentaria, por ejemplo, también se ven afectadas indirectamente por el bienestar de los animales de granja. Esto, sumado al estrés o una nutrición desequilibrada, afecta, en primer lugar, a los ganaderos, ya que aumenta la necesidad de tratamiento veterinario y disminuye la rentabilidad. Pero, al mismo tiempo, también plantea riesgos para los consumidores de alimentos, ya que afecta al producto final y pone en peligro la sostenibilidad medioambiental.
“Una nutrición inadecuada no sólo afecta a la productividad, sino también a la salud, el comportamiento y el bienestar del animal”
Además, la nutrición no solo se reduce a los alimentos que los animales ingieren: “En los sistemas de producción intensiva, los animales se ven empujados a maximizar la productividad, mientras que en los sistemas extensivos y de pequeñas explotaciones de los países en desarrollo la productividad y el bienestar de los animales se ven comprometidos por una nutrición inadecuada”. Incluso aunque los animales reciban dietas abundantes y nutritivas, si son excesivas o inadecuadas, pueden afectar igualmente al bienestar de los animales.
La FAO, sin embargo, señala que se ha prestado poca atención a la comprensión de los vínculos entre la nutrición animal y el bienestar de los animales. Un aspecto preocupante cuando tener un buen nivel de conocimiento es un requisito previo muy importante no solo a la hora de criar animales, sino también a la hora de legislar sobre ello. En última instancia, esta parte marca una importante diferencia ya que, con leyes específicas, se definen las medidas y directrices que ayudan a que se establezcan sistemas de producción ganadera que sean “humanos, socialmente aceptables, eficientes y respetuosos con el medio ambiente”.
EL MANEJO NUTRICIONAL
En términos de nutrición, sin embargo, tan importante es la calidad de la dieta como lo es el manejo nutricional: en el bienestar del animal no solo interviene el qué y el cuánto en la alimentación, sino también el cómo. La alimentación en la ganadería de producción, como señalan desde la FAO, “puede dar lugar a trastornos metabólicos en los rumiantes, mientras que los animales monogástricos que se someten a una restricción para optimizar la salud y la producción pueden sufrir de hambre crónica”.
Además, la alimentación restringida – que, en vez de ofrecer el pienso a libre disposición, lo sirve dividiéndolo en desayuno, comida y cena – puede llevar a peleas por el acceso al comedero: los animales fuertes llegarán primero y comerán más, mientras que los pequeños se quedarán con hambre. Esta situación, en algunos casos, puede llegar a originar peleas que desemboquen en comportamientos no deseados relacionados con la agresividad.
Como resultado, cada vez es más habitual ver tecnología implantada en granjas que asegura que cada animal pueda acceder a su cantidad de alimento necesaria; estando previamente calculada y personalizada.
Hoy en día, como explican desde Consumer, una buena alimentación no es suficiente para garantizar el bienestar: “El acercamiento al concepto de bienestar debe hacerse desde un ámbito multidisciplinar en el que confluyen especialidades como la biología, la psicología, la etología, la biotecnología y las ciencias veterinarias”.
LOS PRIMEROS MESES
Aunque un mantenimiento del bienestar a lo largo de toda la vida del animal es importante, mantenerlo durante sus primeros pasos resulta particularmente crucial. Los primeros cuidados que recibe el animal son los de la madre, pero, después de esa fase, la cría dependerá del ganadero. Por lo tanto, como explican desde Contexto Ganadero, “supervisar la alimentación es un trabajo al que se debe dar una especial atención, puesto que es el factor que permite criar y levantar animales fuertes, sanos y productivos”.
Un ejemplo pertinente son los terneros, cuyo funcionamiento del aparato digestivo al nacer es similar al de un animal monogástrico, ya que no se han desarrollado del todo los 4 estómagos ni su capacidad para absorber nutrientes. Sin embargo, tienen un gran potencial de crecimiento que queda marcado en sus dos primeras semanas de desarrollo. Administrar cantidades apropiadas de leche maternizada, que comienza a suminstrarse partir del cuarto día, resulta crucial para que recuperen el peso, se optimice su crecimiento diario y ganen una inmunidad que les proteja de posibles enfermedades.
La nutrición y el bienestar son importantes en los primeros pasos de los animales, ya que condicionarán su futuro crecimiento y desarrollo
Tradicionalmente, como explica la FAO, el elevado precio del suministro de leche (o de los sustitutos de leche) ha hecho que los productores lo restrinjan a cuatro litros por día. Sin embargo, en muchas situaciones, esas cifras no son suficientes para suministrar nutrientes que garanticen una función inmunológica adecuada. Por lo tanto, un método eficaz para mejorar el bienestar es proporcionar más leche, con un nivel óptimo de seis litros al día.
La FAO también señala que no es raro que la mortalidad y la morbilidad de los terneros jóvenes superen el 10 por ciento y el 30 al 50 por ciento. “Sin embargo – continúan –, con una nutrición y una gestión adecuadas, estas cifras pueden reducirse eficazmente a menos del tres por ciento y menos del 20 por ciento, respectivamente, proporcionando más nutrientes a los terneros”.
Los terneros, por tanto, sirven como un ejemplo extensible al resto de animales de abasto de la importancia de mantener no solo el bienestar animal, sino de garantizarlo en las primeras semanas de vida. Como explican desde la FAO, “la mejora del cuidado de los terneros jóvenes mediante el suministro de mayores cantidades de leche o sustituto de leche y el fomento de la ingesta de alimentos sólidos mediante el suministro de paja picada o heno de hierba picada de baja calidad, así como el agrupamiento de los animales en función de su historial sanitario, no sólo mejorará la tasa de crecimiento y reducirá la morbilidad (lo que redundará en una mejora del bienestar), sino que también dará lugar a una novilla menos costosa en el momento del parto y a un animal adulto con mayor longevidad y mayor rendimiento en el ordeño”.
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