
Siendo uno de los sectores con mayores repercusiones en los principales problemas medioambientales, la cría de animales de abasto se encuentra en pleno camino hacia una producción más sostenible
La ganadería tiene y puede tener un gran impacto en el medioambiente, tanto positivo como negativo. Debido a la cantidad de espacio físico, recursos naturales que se consumen en la cría de animales de granja (como el agua) y emisiones de gases y deshechos que se producen, sin embargo, por ahora es mayoritariamente negativo. La huella que causa en el medioambiente crece con la imparable intensificación de su producción. Tal es el caso que, en las últimas décadas, tal y como explica la FAO, “se ha convertido en uno de los dos o tres sectores con mayores repercusiones medioambientales a todos los niveles, desde el ámbito local hasta el mundial”.
Como también explican desde la FAO, es cierto que la producción de la materia prima que sustenta la ganadería genera amplios beneficios en el entorno en el que crece: “El cultivo en profundidad, la enmienda caliza de suelos ácidos, la adición de materias orgánicas, las aplicaciones de fertilizantes, las adiciones sedimentarias durante el riego, el drenaje o el control de la erosión benefician determinados tipos de suelos utilizados para la producción de alimentos”
Las adiciones de materia orgánica y fertilizantes minerales a los suelos para estabilizar su estructura, señalan, mejoran la retención de humedad y de nutrientes y aportan los minerales necesarios para el crecimiento sano de las plantas. Sin embargo, la incidencia del ganado en los problemas ambientales tiene un impacto negativo tan significado que, para equilibrarlo, son necesarias un gran número de medidas. Desde el sector agroganadero, ya se están poniendo en marcha un gran número de ellas para reducir el impacto negativo y potenciar la economía circular, que devuelve a la tierra toda la materia orgánica que se extrae de ella para utilizarla en la ganadería a través de la producción agrícola.
LA URGENCIA CLIMÁTICA
La FAO reconoce algunos puntos claves en la urgencia climática relacionada con la ganadería. Una de los más evidentes es la degradación de los suelos dedicados a las granjas que es, con diferencia, la actividad humana que ocupa una mayor superficie de tierra. Según señalan, “el área total dedicada al pastoreo equivale al 26% de la superficie terrestre libre de glaciares del planeta, mientras que el área destinada a la producción de forrajes representa el 33% del total de tierra cultivable”. De no detenerse, la degradación que causa el pastero en tierras áridas y semiáridas (desde la FAO destacan los casos de África y Asia central y meridional) tendrá un efecto irreversible sobre tierras a las que será imposible devolver la productividad, contribuyendo al agotamiento de agua y la pérdida de biodiversidad.
El agua es precisamente otro de los problemas urgentes que la FAO destaca, tanto a nivel cuantitativo como a nivel cualitativo. Cuantitativo porque, como explican, “el mundo avanza hacia un incremento de los problemas de escasez de agua dulce y agotamiento de los acuíferos”. Estiman que, en 2025, el 64% de la población mundial vivirá en cuencas bajo estrés hídrico, algo en lo que la ganadería resulta clave ya que, combinando la utilizada para su sustentación y para los cultivos de forraje, es responsable del 8% del consumo mundial.
«El área total dedicada al pastoreo equivale al 26% de la superficie terrestre libre de glaciares del planeta»
Además, el sector ganadero es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, un porcentaje mayor que el generado por los medios de transporte y que podrían reducirse a través de medidas como prácticas de labranza de conservación o cultivos de cobertura, que ayuden a la retención de carbono, o a través de la implementación de mejores dietas que, según la FAO, ayudarán a “reducir las emisiones de nitrógeno”, “disminuir la fermentación entérica” y contribuirán “en el mejoramiento del manejo del estiércol y el biogás”.
¿QUÉ SOLUCIONES SE HAN PUESTO EN MARCHA?
Algunas de estas medidas, sin embargo, ya se han comenzado a implementar y están dando resultados. La utilización de estiércol como abono natural, el uso de materiales naturales de proximidad para las camas o la inyección de purín directamente en la tierra para que no se oxide o evapore, como se conoce a la pérdida de valor de nutrientes para la tierra que causa un olor molesto para las poblaciones cercanas, son tan solo algunos de los ejemplos.
Sin embargo, el cambio para poder frenar la huella medioambiental de la ganadería debería ser bilateral, por lo que empezar por tratar de forjar un consumidor más responsable y exigente que revierta sus demandas es crucial. Afortunadamente, como señala la FAO, “el crecimiento económico y demográfico combinado con el aumento de la escasez de los recursos naturales y el agravamiento de los problemas ambientales ya se están traduciendo en un aumento de la demanda de servicios ambientales”. Sin embargo, muchos de los cambios tendrán que ser impuestos sobre aquellas personas o instituciones que ejerzan estas prácticas.
“La investigación y el desarrollo de la producción de cultivos para piensos necesita aumentos adicionales de los rendimientos y de la eficiencia de los factores»
Por ejemplo, cambiar los precios de ciertos productos o bienes ayudará a cambiar percepciones. La FAO señala el del agua como uno de los más importantes: para tratarse de un bien tan escaso y del que cada vez queda menos, los precios en la mayoría de países resultan demasiado bajos. “El desarrollo de mercados del agua y de diferentes modalidades de recuperación de los costos ha sido identificado como un mecanismo apto para corregir esta situación”, puntualizan.
Según la FAO, deberán tenerse en consideración, por tanto, las externalidades y recompensar las actitudes y acciones llevadas a cabo por los ganaderos. Entre ellas, el manejo de la tierra y el uso de formas y cubiertas vegetales que mantienen o restauran la biodiversidad, o la retención de carbono en la materia orgánica estable del suelo como resultado de la ordenación de los pastos.
Además, en medio de un proceso de digitalización global acelerado en el último año, será necesario que ese cambio, aplicado a la ganadería, sea enfocado hacia un uso eficiente y responsable de la tierra y el agua, factores de producción clave en la industria. Como explican, “la investigación y el desarrollo de la producción de cultivos para piensos necesita aumentos adicionales de los rendimientos y de la eficiencia de los factores”.
SOLUCIONES APLICADAS A LA NUTRICIÓN
Otras de las áreas clave del impacto de la ganadería en el medioambiente está relacionado con la nutrición. Desde el punto de vista de Nutrición Animal, “es fundamental basarse en los conocimientos para alimentar a los animales de modo que el alimento que consuman pueda ser asimilado en un gran porcentaje, con una baja eliminación de sustancias nocivas para el medio ambiente”. La industria, consciente de hechos como este, aporta su granito de arena a través de la eficiencia nutricional, asegurando una alimentación óptima y apropiada podrá ayudar a la reducción de las emisiones y la producción de deshechos.
Como explican, la exactitud de la dieta en términos de rendimiento y necesidades del animal, de forma que a la hora de implementarla se aproveche al máximo, hará que las pérdidas de nutrientes por heces y orina sean menores. Además, gracias a esta optimización se reduce la huella del CO2 que se genera en la obtención de algunos ingredientes y se reducen las emisiones del amoniaco y la producción de nitratos ya que, al mejorar la digestibilidad de nutrientes, se queda menos residuo para convertirse en sustancias contaminantes. Mejorando la eficiencia alimenticia, además, podemos aprovechar mejor la ración y sus ingredientes, por lo que con la misma superficie de cultivo se puede alimentar más animales.
«La exactitud de la dieta en términos de rendimiento y necesidades del animal hará que las pérdidas de nutrientes por heces y orina sean menores»
Por lo tanto, definir las necesidades de los animales y ajustarlas para cada uno de los nutrientes según la categoría y su estado fisiológico – ya sea crecimiento, gestación, lactación o reproducción – se convierte en un punto crucial para la salud del animal y para su huella ambiental.
Como explica Nutrición Animal, “el alimento que es entregado a los animales, pero no es consumido por los mismos, va a aumentar el volumen de los efluentes”. Entre los principales motivos de estos desperdicios encontramos el mal manejo del alimento por parte del ganadero o unas instalaciones inadecuadas, donde la forma de distribución y la cantidad y tipo de comederos es muy importante.
Estiman, además, que la cantidad de alimento desaprovechado es de un 6 a un 7%, lo que, además, afecta a los costes de la alimentación. Para evitar los desperdicios, Nutrición Animal señala diversas alternativas, como “suministrar alimentos en forma de pellet, evitar la alimentación en suelo, humedecer el alimento, una revisión y limpieza periódica de los comederos o un correcto funcionamiento de los mecanismos de distribución del alimento”.
El futuro de la relación entre las prácticas ganaderas y el medio ambiente estará definido, como señala la FAO, por “el equilibrio entre dos demandas que compiten: la demanda de productos alimenticios de origen animal y la demanda de servicios ambientales”. Dos aspectos clave para la sociedad en 2021, dado su crecimiento acelerado y su creciente consciencia social y medioambiental.
Sin embargo, también estará marcado por el esfuerzo colectivo hacia un futuro más verde, que ya en 2019 empezó a dar frutos con la reducción en un 0,4% de los gases de efecto invernadero en España. Frente a un problema multifactorial como es el cuidado de nuestro ecosistema, la ganadería ya se ha puesto en marcha para, desde su posición, ayudar a crear un futuro más sostenible y respetuoso con el medioambiente. Todavía queda camino por recorrer, pero la carrera ya está en marcha.
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