
El cultivo de peces es una actividad clave en la producción de proteína animal que continúa aumentando a través de un producción tecnológicamente avanzada, diversa y respetuosa con el medio ambiente
La demanda de los productos acuícolas es cada vez mayor. El crecimiento sostenido de la acuicultura continua a buen ritmo durante las últimas décadas. Como señala Apromar, “la creciente demanda global de productos acuáticos sanos y nutritivos es un reto al que sólo ha sido posible hacer frente sumando la producción de la acuicultura a la pesca, dos actividades que seguirán de la mano en las próximas décadas”. Sin embargo, que vayan a ir de la mano no significa que estén destinadas a crecer al mismo ritmo. Todo lo contrario.
La pesca extractiva se ha mantenido de forma estable desde finales de los 80, en torno a los 100 millones de toneladas. La acuicultura, por otro lado, ha duplicado su producción desde las mismas fechas, hasta superar hoy en día los 200 millones de toneladas.
Su importancia es innegable no solo por su volumen de producción, sino por ser un recurso necesario ante la fuerte demanda de productos acuáticos. Según la FAO la acuicultura representa el 17% de la ingesta de proteína animal mundial y el 7% de toda la proteína consumida: “Los productos acuáticos han supuesto el 20% de la ingestión media per cápita de proteína animal para 3,3 billones de personas y hasta un 50% en países como Bangladés, Camboya, Sierra Leona, Sri Lanka y varios pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID)”.
¿CÓMO SURGE LA ACUICULTURA?
La acuicultura tiene más de 4.000 años de historia. Sin embargo, no ha sido hasta los últimos 50 años cuando se ha convertido en una actividad de gran importancia en el sector de la alimentación. Según la FAO, los países productores más importantes son China, Indonesia, Perú, India, Rusia, Estados Unidos y Vietnam. Juntos, controlan casi el 50% de la producción, a pesar de que Asia, como continente, es responsable del 91,76% del total de la producción mundial.
La producción acuícola en España en el año 2015 alcanzó las 293.000 toneladas, de las que 277.000 toneladas correspondieron al cultivo de especies marinas (peces y bivalvos) y el resto, un 5,5%, a la acuicultura continental con 16.000 toneladas. Hoy, la producción continúa creciendo.
LA EFICIENTE DIVERSIDAD DE LA ACUICULTURA
A lo largo de las últimas décadas, la acuicultura no solo se ha desarrollado en volumen sino también en variedad de especies. De hecho, menos de la mitad de la producción mundial de acuicultura corresponde a pescado: solo un 47,7%. Como explica APROMAR, la otra mitad se divide entre la cosecha de algas, que representa el 28,4%; la de moluscos, que supone el 15,5%; crustáceos, con el 7,5%; y, finalmente, la producción de anfibios y reptiles y de otros invertebrados, que equivalen a unos anecdóticos 0,4% en ambos casos.
«Aunque sea con un ritmo de crecimiento que se ralentizará con el tiempo, la FAO afirma que se espera que la producción, el consumo y el comercio mundial de pescado aumenten en el futuro»
Referente a la diversidad, en el año 2017 se criaron en el mundo un total de 424 especies acuáticas, siendo un dato que diferencia a la acuicultura del sector agropecuario, con un menor número de especies vegetales cultivadas y un pequeño número de animales domésticos producidos. La acuicultura también presenta ventajas respecto a la pesca extractiva salvaje. La trazabilidad que se ejerce sobre ella y los estrictos controles sanitarios convierten a los peces criados en piscifactorías en alimentos saludables y seguros.
EL FUTURO DEL CULTIVO DE PECES
Tal y como explica la FAO, en un futuro “aunque sea con un ritmo de crecimiento que se ralentizará con el tiempo, se espera que la producción, el consumo y el comercio mundial de pescado aumenten”. De 179 millones de toneladas en 2018, la producción de pescado alcanzará los 204 millones de toneladas en 2030. Por lo tanto, la piscicultura deberá enfrentarse a una serie de retos relacionados con el medio ambiente, la eficiencia alimentaria y los avances en materia de salud si quiere que su desarrollo continúe haciéndose de una manera sostenible.
La FAO explica que un indicador importante a la hora de prestar atención al impacto de la huella medioambiental de las pesquerías del mundo es el porcentaje de peces que proceden de poblaciones biológicamente sostenibles. Desafortunadamente, explican, “el porcentaje ha disminuido del 90% en 1974 al 65,8% en 2017”. Sin embargo, el cuestionario bienal sobre la aplicación del Código de Conducta para la Pesca Responsable e instrumentos conexos de la FAO apunta hacia un futuro más positivo: “A nivel regional y mundial, se aprecia una fuerte tendencia a la mejora de la gestión pesquera, tanto en la pesca marina como en la pesca continental”.
Otro de los pilares importantes será continuar mejorando la eficiencia alimentaria al ser un elemento clave de cara al futuro. Como explica el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, “una utilización adecuada de los nutrientes, impuesta por la eficiencia del proceso digestivo, es un factor clave que define el equilibrio coste/beneficio comercial y ambiental del sector de la acuicultura”. Es decir, mientras que los nutrientes absorbidos se utilizan para el crecimiento, los compuestos no utilizados se excretan como desechos. Cuánta mayor sea la absorción y menores los deshechos, mejor será el rendimiento y mayor la rentabilidad.
Del mismo modo, también será importante el control y la prevención de enfermedades, ya sea a través de vacunas o a través de uso de fitogénicos y probióticos. El control de los microorganismos patógenos en acuicultura es uno de los principales retos en las piscifactorías, ya que son potencialmente peligrosos pudiendo causar importantes cuadros de mortalidad. La prevención sanitaria a través de sustancias fitogénicas representa una alternativa natural y no contaminante capaz de aportar medidas preventivas sanitarias eficientes frente a la aparición de enfermedades de etiología diversa.
La expansión del sector de la acuicultura deberá sustentarse en la investigación, en el desarrollo de nueva tecnología y en la búsqueda de la sostenibilidad. Todo ello bajo estándares de calidad que convertirán a la industria de la acuicultura en una de las más importantes en la producción de proteína mundial.